Con acento canario
Panza de burro es una novela que habla como quiere, que no se esconde en formalismos o adornos literarios. Gracias a esta escritura “a cielo abierto” podemos adentrarnos en lalengua materna de la autora, lalengua canaria. Cuando en psicoanálisis hablamos de lalengua todo junto, nos referimos a esas marcas guardadas en la memoria, que enlazan sonidos, música y palabras. Panza de burro transmite, a través de la escritura de Andrea Abreu, los sonidos ensordecedores de una infancia que termina, la música de un entorno rural estancado en el tiempo y palabras que se incrustan en cuerpos adolescentes y los hacen temblar.
Andrea habla desde las entrañas, habla con mierda, sangre y alma. Habla de dos adolescentes que se encuentran con cuerpos encendidos, aún un poco infantiles, cuerpos a dieta que se atragantan. Habla del amor, pero un amor pegoteado en el que no se sabe dónde empieza una y termina otra, un amor cargado de admiración y de envidia, incluso impregnado de odio y repulsa. Panza de burro también habla de niñas criadas por abuelas, habla de mujeres, mientras que los hombres aparecen sólo para remarcar su ausencia o decadencia.
Con este magma de personajes que hablan en lengua volcánica, la autora nos sitúa justo en un borde. En los límites de ese pueblito aislado se pone en evidencia el filo entre un mundo infantil que se acaba y otro que despierta. Se describe la dificultad de construir una identidad para las que no tienen ni nombre y no quieren caminar solas más allá de lo conocido. Nos sitúa también en la cuerda floja entre el cariño y la violencia.
La escritura es un modo de tratar aquello que traumatiza, un intento de respuesta ante un enigma. Panza de burro es un modo de abordar lo traumático, de bordear un vacío, como los bordes del cráter del volcán.
Si hablamos del trauma, hablamos de algo que está por fuera del sentido, imposible de traducir. Esta novela lo muestra descaradamente: cada uno habla del trauma con su lengua, con su acento, porque habla de un encuentro singular que deja huella.
Tomar la palabra de esta manera requiere dejar de seguir lo que dicen otros, o cómo dicen otros, para darle lugar a la palabra propia. Implica asumir una posición de enunciación.
Cuando Lacan nos habla de la palabra nos dice: “esa palabra se (…) manifiesta a través, o incluso a pesar del sujeto. (…) Con su propio cuerpo el sujeto emite una palabra que, como tal, es palabra de verdad, una palabra que él ni siquiera sabe que emite como significante. Porque siempre dice más de lo que quiere decir, siempre dice más de lo que sabe que dice”1
Panza de burro es una novela que dice mucho más de lo que quiere decir por sus efectos. Porque habla, en canario, del trauma y el vacío que resuena en cada uno de nosotros.
Eva Pérez Bugnone,
Participante en Las Palmas de Gran Canaria
evaperezbug@gmail.com
Notas:
- Lacan J., El Seminario, Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Buenos Aires, 1981, p. 25. ↑