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foto G Reequiz

Cuerpos hablantes: el lenguaje y lalangue

Gerardo Réquiz

Cómo incide la práctica clínica sobre los efectos sintomáticos que se generan por el impacto del lenguaje sobre el cuerpo valiéndonos de la premisa freudiana: “diga cualquier cosa que le pase por la mente”. Esta es la pregunta que plantea este eje de trabajo para las XXII Jornadas de la ELP desde la perspectiva de los cuerpos hablantes.

En el dispositivo analítico nos valemos de la asociación libre para hablar con libertad, sin censura, suponiendo que somos libres de tal cosa. Al fin y al cabo, ningún “método” distinto de esta práctica de la palabra se ha inventado después de Freud, a pesar de los intentos de las psicociencias de pasar de la palabra. En todo caso, confiamos en la asociación libre que lleva lo trivial a una condición inédita en la experiencia de un psicoanálisis para que nos diga algo sobre las desdichas del ser hablante que consulta. Y, del lado del analista, la cuestión, a fin de cuentas, será cómo captar de qué habla un sujeto cuando se queja de lo que padece, qué dice esa queja de lo imposible de soportar.

Por supuesto, el analizante debe consentir al método freudiano. Mediante la “regla fundamental” el sentido inunda la escena. Es inevitable y se produce con palabras que el hablante cree suyas pero que provienen del hecho de que somos hablados, y debido a esto, “hacemos de las casualidades que nos empujan algo tramado”1.

En cuanto al “bien decir”, ponderado por Lacan porque direcciona los dichos del hablante hacia el goce que subyace, se espera que el sujeto lo ponga al trabajo en tanto causa de deseo en la sesión y así asegurar la entrada en análisis. Con el agregado de que, desde la clínica del parlêtre, el bien decir toma el sentido de saber leer tanto del lado del analista como del analizante. En palabras de Miller “Se transfiere [la lectura] al analizante que aprende a saber leer”2.

En su última enseñanza Lacan introduce el concepto de parlêtre con el cual articula el goce al cuerpo de una manera inédita. Esta perspectiva va más allá de la del cuerpo que obedece a las pulsiones que lo habitan, tal como lo heredamos de Freud. Esta dimensión pulsional no pierde su pertinencia en el recorrido de un análisis, como tampoco desaparece el cuerpo falicizado. Pero, en la clínica del ser hablante lo que está en primer plano es la relación cuerpo goce, anterior al ordenamiento del fantasma, que tendrá efectos sobre la concepción de la transferencia, además de modificar la noción tanto del síntoma como del trauma y, en consecuencia, sobre la acción del analista en la sesión.

El encuentro primario del lenguaje y el cuerpo, desarrollado por Lacan en el Seminario XX, Aún, formula este encuentro como un misterio3. Misterio que designa un nuevo enfoque sobre lo que es un cuerpo para el psicoanálisis.

Se trata, entonces, de acontecimientos de cuerpo generados por el lenguaje, pero ahora mediante un anudamiento del significante y el goce que Lacan denomina lalangue de la cual surge una huella de goce asociada a una repetición que se distingue de la repetición fantasmática. Es decir, una repetición incesante, fuera de discurso, sin ley. Una “iteración” que es la manifestación de esa irrupción del goce de lalengua en el cuerpo que Lacan define como sustancia gozante4. Araceli Fuentes precisa al respecto que “lalengua materna, la que oye el niño cuando aún no es un sujeto del lenguaje, cuando aún no entiende ni su sentido ni su significación afecta al cuerpo, repercute en él impregnándolo en un baño de goce”5.

En resumen, tenemos una clínica del acontecimiento cuyo abordaje clínico no consiste en excavar en lo profundo buscando una esencia interna sepultada. La profundidad del inconsciente es una ilusión. La clínica de lo real lo desmiente. Se trata, en definitiva, de bordes, superficies, litorales. Bordear lo real con el semblante es lo que podemos hacer con la intención de que algo resuene en el cuerpo.

Lacan, en su texto de 1976 Joyce el síntoma, define el síntoma como "un acontecimiento de cuerpo"6. Sin embargo, sabemos bien que la iteración del síntoma no cesa ¿es posible operar sobre él? Una pista aporta Miller sobre este punto cuando propone que en un análisis se apunta a reducir el síntoma a su fórmula inicial, es decir, al encuentro material de un significante y del cuerpo7, con el fin de pasar del síntoma a un sinthome operativo. En nuestras Jornadas de este año tendremos una oportunidad muy propicia para captar en la casuística este aspecto central de la práctica clínica que se orienta en la perspectiva borromea.

“La incidencia del significante es lo que hace del goce del síntoma un acontecimiento, no solo un fenómeno”. Este comentario de Miller, en su texto” Leer un síntoma”, introduce una distinción entre los fenómenos contingentes de cuerpo como, por ejemplo, la conversión histérica descrita por Freud, -y sobre los que, por lo general, recaen los efectos terapéuticos-, de los acontecimientos de cuerpo que no desaparecen como el síntoma y el trauma. En este punto se abren líneas de investigación muy actuales.

De las ponencias que se presentarán en las Jornadas esperamos testimonios de esta distinción esencial para la dirección de la cura entre fenómenos y acontecimientos de cuerpo. Pero, sobre todo, invitamos a que este eje de trabajo sea la ocasión para indagar cómo se actualiza en la perspectiva clínica del cuerpo hablante “lo que hablar quiere decir”.

 

Gerardo Réquiz
grequiz@gmail.com

 

Notas:

  1. Lacan J., El seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 160.
  2. Miller J.-A., ”Leer un síntoma”
  3. Lacan J., El seminario, libro 20, Aún, Paidós, Argentina, 1981, p. 15.
  4. Lacan J., Ibid., p. 32.
  5. Fuentes A., El misterio del cuerpo hablante, Gedisa, Barcelona, 2016, p. 137.
  6. Lacan J., “Joyce el síntoma”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 595.
  7. Miller J-A., Leer un síntoma, op. cit., (Disponible en internet).

 

 

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