Descrédito de la palabra ¿hablar sin consecuencias? Formas contemporáneas de la denegación
Carolina Martini
Desde finales del Siglo XIX el discurso del psicoanálisis parte de la experiencia clínica para la construcción de su cuerpo teórico. En los comienzos el análisis de cada uno de los pacientes orienta a Freud en la elucidación del inconsciente como la tercera herida en el narcisismo de la humanidad: “El hombre, aunque degradado ahí afuera, se siente soberano de su propia alma”1, pero advierte que hay una parte de la vida anímica que se sustrae a la voluntad. Es a través de lo que describe como “largas y cuidadosas indagaciones”2 que pone en un primer plano la relatividad del valor de la verdad del discurso y refiere que el ser no es soberano en su vida anímica ni en su decir. Trabajando durante más de cinco décadas en la edificación de una teoría que lo sitúa como uno de los pensadores más destacados de la historia de la humanidad y que se basa en el uso de la palabra, Freud subvierte el pensamiento contemporáneo y repara sobre lo incompletas y falsas que pueden ser las noticias que llegan a la conciencia. A eso apuntan los ejes de trabajo de las próximas XXII Jornadas, a volver a poner el foco sobre aquello que siempre se escapa, recorriendo el camino que va más allá del sentido donde no se sabe lo que se dice.
Para ello, se hace imprescindible cada vez volver a hacer un esfuerzo por procurar tomar distancia y dejarse sorprender por el valor que un significante, un equívoco, una holofrase, un neologismo, una omisión o un silencio pueden tener en la singularidad del relato.
Ha sido justamente esta fineza y atención al detalle, la que puso en relieve el valor de un “no”. Una negación instituye aquello que Freud observó en los relatos y que constituye, tal como se introduce en el artículo, “un punto especial de la metapsicología”3. Allí, el creador del psicoanálisis elige un fragmento de su trabajo clínico en el que cita a un paciente que enuncia: “Usted pregunta quién puede ser la persona del sueño. Mi madre no es”4. Acto seguido lo interpreta prescindiendo de la negación: “Entonces es su madre”, le afirma. Es porque se encuentra subyacente su “firme convicción”5 sobre la existencia del inconsciente, de un más allá del enunciado, que se abre la posibilidad de prescindir de la negación y operar a través del uso de la palabra con su intervención, provocando lo que él llama tomar noticia de lo reprimido, aunque se verá luego que ello no implica la cancelación de la represión.
Sin duda, este eco de la palabra del analista sobre el síntoma es posible en la transferencia, con la operación del Sujeto supuesto Saber y bajo la creencia en una verdad no sabida en el inconsciente. La palabra transforma su valor de verdad en la transferencia. ¿De qué verdad se trata? De una verdad que está escrita y que retorna adoptando diferentes maneras que no son más que las formas en la que se hace presente lo rechazado en el encuentro del cuerpo con lalengua 6.
Desde su inicio y hasta la actualidad, el Campo Freudiano debate prolíficamente sobre qué lugar para el psicoanálisis en cada época. Actualmente el cambio en el orden simbólico trastoca la reputación de la palabra, generándose lo que se puntúa en este eje de trabajo como el “descrédito de la palabra”. Si el arduo trabajo analítico requiere la valentía de quien supone un saber no sabido y si concebimos al psicoanálisis como una cura a través de la palabra, ¿cómo recoge la experiencia clínica este encuentro paradójico del descrédito con la palabra que cura y cuáles son las consecuencias de ello?
Es así que, por un lado, se propone detenernos en el descrédito de la palabra que se traduce en singulares formas contemporáneas de la denegación y otras consecuencias. Es importante lo que el trabajo en la clínica recoge respecto a cómo se sitúa el sujeto en su época en relación con aquello que se enumera en el texto de presentación: la cualidad de ser pasajeros de los dichos, la consistencia a veces irrisoria de las palabras, la fabricación de informaciones trucadas que, incluso en muchas situaciones, se entrometen en los procesos democráticos.
Por otro lado, resulta interesante pensar cuál es el uso de la palabra en la dirección de la cura y cómo se las arregla un practicante para hacer ahí donde no sabemos lo que decimos. Frente a la propuesta de pensar en la vigencia del concepto del inconsciente será preciso tener en cuenta que el analista debe estar advertido de que toda palabra es semblante y no alcanza lo real. Es necesario elucidar la variedad sintomática en la que se traduce esta evaporación de la reputación de la palabra, así como los arreglos y las nuevas formas de aceptación de una cosa como cierta o verdadera.
Desde el psicoanálisis se concibe una ética en la que el sujeto del inconsciente es responsable de su deseo y de sus actos habrá que plantearse entonces qué quiere decir hablar sin consecuencias.
Carolina Martini
Notas:
- Freud S., “Una dificultad del psicoanálisis”, Obras completas, Tomo XVII, Amorrortu, Buenos Aires, 2007, p. 133. ↑
- Ibid., p. 134. ↑
- Freud S., ”La Negación” (1925), Obras completas, Tomo XIX, Amorrortu, Buenos Aires, 2007, p. 251. ↑
- Ibid., p. 253. ↑
- Freud S., “Análisis terminable interminable” (1937), Obras completas, Tomo XXIII, Amorrortu, Buenos Aires, 2007, p. 250. ↑
- Miller J.-A., “Modalidades del rechazo (1991)”, Introducción a la clínica lacaniana. Conferencias en España, RBA, Barcelona, 2006. ↑