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Jesus Ambel

Variedades sintomáticas del decir

Jesús Ambel

¿Cómo se ha vuelto aceptable que tanta gente,
y en especial tanta gente joven,
esté enferma? 1

 

Sigmund Freud descubrió la presencia del discurso del Otro en la lengua viva del sufrimiento del sujeto moderno. Jacques Lacan le puso lógica a esa lengua primera de los símbolos: la histeria y sus jeroglíficos, la fobia y sus blasones, la neurosis obsesiva y sus laberintos, la impotencia y sus encantos, la inhibición y sus enigmas, la angustia como oráculo, el carácter y sus armas parlantes, el autocastigo y sus sellos, la perversión y sus disfraces2.

De este despliegue abanicado del sufrimiento contemporáneo, Lacan dijo que eran símbolos escritos “sobre la arena de la carne”. Fue su manera, en esos años cincuenta del siglo XX, de reconquistar la teoría y la práctica psicoanalítica de los territorios psicogenéticos, biológicos e ideológicos de su época.

Lacan toma referencias del pensamiento crítico de su tiempo y sitúa las dificultades civilizatorias del sujeto de la modernidad en lo que llama “la obra común de la ciencia y sus empleos”. Tanto en su desempeño laboral como en sus momentos de ocio, el sujeto de la modernidad sufre en dos direcciones complementarias: sufre “la enorme objetivación de la ciencia” y sufre en un callejón sin salida cuando su yo toma la “forma de ‘alma bella’” que “arde consumiéndose en sí misma”3.

En estas páginas de 1953, voy a retener que para Lacan lo preocupante de estas dos formas de sufrimiento contemporáneo, a saber, la objetivación (a la que denomina como “la enajenación más profunda del sujeto de la civilización científica”) y esa manera de consumirse que tiene la posición de “alma bella”, es que son modos de desconocer “el sentido particular” de la vida y olvidar por tanto la subjetividad.

Estas referencias nos van a servir para dar paso a una serie de lecturas que pienso que hacen serie con Lacan en 1953.

La primera de ellas es el libro que ha recorrido como un relámpago los sistemas sanitarios de Salud Mental en España a lo largo de estos meses. Me refiero a Malestamos 4de Javier Padilla y Marta Carmona. En este libro imprescindible para el clínico actual, encontramos un despliegue luminoso sobre el “tsunami de padecimientos” actuales en España. Un padecimiento que es colectivo pero que “parte de una experiencia enormemente singular”. Un padecimiento que se caracteriza, en opinión de los autores, por la desesperanza, el cansancio, la falta de expectativas, el estrés, el eterno nudo en el estómago y la disociación entre la edad y la soberanía sobre el proyecto vital, todo eso asociado a “la catástrofe de las estructuras sociales de cuidados”. Esta descripción de las variedades sintomáticas del actual decir viene acompañado por una constatación de peso epistemológico que hace de puente entre el Lacan de 1953 y la actualidad: cuando los autores ponen en relación el sufrimiento psíquico con las actuales condiciones de vida (nada que ver con los estilos de vida), la conclusión no nos sorprende: cuando el sujeto no se siente capaz de cambiar las condiciones de vida que acompañan a su sufrimiento psíquico, entonces el sujeto tiene la tentación de deslizarse por la pendiente de la objetivación y prolonga así su posición de “alma bella” al adherirse con gusto “al determinismo biológico” de su sufrimiento.

Otro libro esclarecedor es también El murmullo, la reciente novela de la siempre recomendable escritora Belén Gopegui5. La autora da cuenta, en una prosa seductora y de manera novelada, de su tesis doctoral de batalla sobre la actual narrativa de la autoayuda. Para la escritora, la autoayuda “ayuda a competir en un medio injusto” y enseña a “aumentar el propio valor de cambio”. Una buena parte de la novela está dedicada a un hallazgo genial: la “desesperación silenciosa leve”, un cuadro clínico que Gopegui describe de manera magistral cuando habla de los dos metros que median entre “el cuerpo y el mundo”, del cuerpo que lleva “grandes canicas de plomo” en los bolsillos y del cuerpo para el que respirar no es abrir ventanas sino más bien “algo complicado y oscuro”. Para ella el futuro está lleno de agujeros, los mapas no cuadran y los precios “se nos han metido dentro”. La autora lleva años pendiente de la deriva ideológica contemporánea que promueve la desagregación y el desmenuzamiento de los sujetos para transformarlos en individuos.

En este mismo orden de argumentos, Eudald Espluga, un joven escritor catalán, nos dejó recientemente un texto sugestivo: No seas tú mismo. Apuntes sobre una generación fatigada 6. En uno de los capítulos, el autor da cuenta de un artículo de una revista de moda entre los jóvenes. Cuatro patologías concretas sobresalen: el síndrome del túnel carpiano, la vista cansada, la ansiedad y la depresión asociadas a las crisis de autoestima cuando no se alcanza la “vida perfecta” y, por último, los trastornos intestinales vinculados al burnout laboral y a la obligación de conexión digital permanente. De manera brillante, Eduard Espluga recuerda los clichés que los medios de comunicación asocian a esta generación: nihilismo, frivolidad, hedonismo, narcisismo, deslealtad, debilidad, egoísmo y tecnodependencia. Esta serie sintomática de su generación le sirve para defender que la fatiga es la figura fundamental de lo millennial porque la vida laboral se ha convertido en el centro y en la manifestación principal de la precariedad de sus vidas.

Por último y retomando a Hegel y su “filosofía del cerebro”, acaba de editarse en castellano el imprescindible Neurología versus psicoanálisis de Hervé Castanet7. Lo llamo “imprescindible” porque al retomar la conversación de los entonces “jóvenes lacanianos” con Jean-Pierre Changeux y su famoso “hombre neuronal”, nos actualiza los argumentos críticos y emancipadores con respecto al paradigma hegemónico en la actualidad de la clínica psiquiátrica y psicológica. Para los jóvenes clínicos bien orientados de hoy es importante saber cómo situarse al respecto de “lo neuropsy”. El libro de Castanet es un texto bien orientado: hace ver que la actual fascinación porque “los tormentos del deseo, las fijaciones de la repetición y el malestar en la civilización” bien pudieran ser resueltas dentro del cerebro no es un asunto científico, sino que es más bien un asunto ideológico y además de una ideología por lo demás totalizadora y totalitaria. De paso, alerta sobre algo fundamental: la equivalencia mental=neuronal, tal y como señaló Jacques-Alain Miller en su día, es “una identificación del ser con el cuerpo que borra el sujeto”8.

Además de los efectos psicoanalíticos de las curas, ¿podemos esperar de los jóvenes clínicos que nos cuenten los efectos terapéuticos de las curas que dirigen y cómo hacen con sus analizantes para mejorar la posición del sujeto que le es contemporáneo?

Jesús Ambel, psicoanalista en Granada
ambeljesus@gmail.com

 

Notas:

  1. Fisher M., Realismo capitalista. ¿No hay alternativa?, Caja Negra, Buenos Aires, 2016, p. 45.
  2. Lacan J., “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 1, Siglo XXI, Madrid, 2007, p. 270.
  3. Hegel G. W. F., Fenomenología del Espíritu, Fondo de Cultura Económica, México, 1966, p. 384.
  4. Padilla J., Carmona M., Malestamos, Capitán Swing, Madrid, 2022.
  5. Gopegui B., El murmullo. La autoayuda como novela, un caso de confabulación, Debate, Barcelona, 2023.
  6. Espluga E., No seas tú mismo. Apuntes sobre una generación fatigada, Paidós, Barcelona, 2021.
  7. Castanet H., Neurología versus Psicoanálisis, Grama-Navarin, Buenos Aires, 2023.
  8. Miller J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 2011, p. 311.
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