El olvidado de la fiesta
Joaquín Caretti Ríos
El olvidado de la fiesta: así denomina Jacques-Alain Miller al decir1. ¿De qué fiesta ha sido olvidado? De la fiesta de los dichos, del sentido, de la verdad2; de la fiesta de los enunciados y la enunciación que velan el decir que los acompaña. Si no hay dicho sin decir, este permanece como un “huésped invisible”3 detrás de aquel, recubierto por las palabras que no quieren saber nada de él. De algún modo, el dicho es una defensa ante el decir.
A partir de la introducción de la diferencia entre el dicho y el decir, que hace Lacan en el "Atolondradicho"4, pierde vigencia la homología entre estos y el enunciado y la enunciación porque no es posible sostener que son una manera diferente de nombrar la misma cosa.
Si el enunciado es lo que se dice, la enunciación es el lugar subjetivo desde el que el enunciado fue proferido. Por ejemplo: desde una posición de infatuación, de querella, de sometimiento, de impotencia, del que busca hacerse perdonar, del que quiere ser rechazado, del que pretende seducir, del que quiere dominar como un Amo, del que no necesita explicarse5, etcétera. Basta preguntarse desde qué lugar habla el sujeto para que la enunciación emerja como identificación.
Sin embargo, el decir en Lacan toma distancia de la idea de que es homologable a la enunciación y detectable en los enunciados. El decir queda comprometido con otra cosa diferente al sentido, el lenguaje y la verdad. Podemos, entonces, hacer un esquema donde coloquemos enunciado, enunciación y dicho del lado del sentido, quedando el decir por fuera de esta lógica de los dichos, lógica donde el psicoanálisis se ha orientado desde siempre mediante preguntas acerca de qué quiere decir eso o qué verdad hay encerrada en este dicho.
Pasamos, entonces, de una homología:
Enunciado/Enunciación ≡ Dicho/Decir |
a este otro modo de pensar donde emerge una diferencia:
Sentido Dicho Enunciado Enunciación |
Fuera de sentido
Decir |
¿Qué es este decir que acompaña al dicho, pero que escapa a él y quiere ser olvidado? ¿Qué es este decir que es antinómico al dicho y que desaparece cuando le damos un sentido? Recordemos cuando Lacan plantea, refiriéndose al lapsus, que este nos dará la entrada al inconsciente real (lo llama así en el “Prefacio a la edición inglesa del seminario XI” diferenciándolo del inconsciente transferencial que se construye en el análisis) solo cuando lo hayamos vaciado de todo sentido, es decir, cuando dejemos de interpretarlo6. Agotado el sentido del lapsus, -es decir, los dichos-interpretaciones que alrededor de él se producen-, puede surgir el decir del lapsus que es equivalente a lo real7.
Lacan8 quiere apartar al psicoanálisis de la creencia en lo verdadero, de que hay una verdad oculta en el síntoma que habría que descifrar para resolverlo. Quiere sacar a los analistas de la religión del sentido. ¿Y por qué sacarlos de esta vía? Porque la vía del sentido se muestra insuficiente para abordar el decir del parlêtre. El decir no se deja interpretar. Esto es lo que es experimentado por el analizante en un análisis que dura. El sentido ya ha dado todo su jugo y termina mostrando su fracaso para hacer cesar la repetición del goce. Podríamos decir que solo si el analizante acepta abandonar la vía del sentido le será posible tocar lo que de real el decir encierra y producir una mutación del goce. Se trata de “por ficción, emprender la tarea de hacerlo charlatán (al goce)”9.
El decir, en tanto real, es lo que pertenece a lalengua, a los dichos primeros del Otro que marcaron el cuerpo, no con un efecto de sentido sino con un goce singular. Este goce es el que acompaña de un modo éxtimo a los dichos ya que no puede ser dicho. Opera desde la sombra de cada dicho sin poder nombrarse: es el decir como imposible. Es un goce que no puede ser reabsorbido en los dichos10.
Esta nueva conceptualización del inconsciente que Lacan propone, al abrir la puerta a lo que denomina el inconsciente real, -un inconsciente donde el sentido no opera- produce una modificación en la clínica. A partir de esto, la intervención del analista irá dirigida al lugar del decir donde se aloja un goce opaco al sentido y no insistirá en la búsqueda de más sentido. Se pasa de la pregunta ¿qué quiere decir eso? a ¿qué satisface eso, de qué modo satisface?11 buscando intervenir allí donde las palabras parecen no poder incidir. Si pensamos el decir como un escrito en el cuerpo donde se alojan las letras de un goce, podemos seguir la homología que propone Mauricio Tarrab12 entre el músico que interpreta una partitura y el psicoanalista que interpreta el texto de un analizante. En este caso, la interpretación, al modo del músico, consistiría en hacer escuchar lo que está escrito en el decir. Aquello que los AE nos traen en sus testimonios.
Finalmente, después de lo planteado y tomando el título de las Jornadas como una pregunta, una respuesta posible sería “Lo que hablar quiere decir: se goza”.
Joaquín Caretti Ríos,
Psicoanalista en Madrid
jcaretti777@hotmail.com
Notas:
- Miller J.-A., Un esfuerzo de poesía, Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 60. ↑
- Lacan J., "El Atolondradicho", Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 476. ↑
- Miller J.-A., Un esfuerzo de poesía, op. cit., p. 60. ↑
- Lacan J., "El Atolondradicho", op. cit., p. 476. ↑
- Miller J-A., Un esfuerzo de poesía, op. cit., p. 35. Ver la posición de enunciación del presidente Bush. ↑
- Lacan J., Prefacio a la edición inglesa del seminario XI, Otros Escritos, op. cit., p. 599. ↑
- Miller J.-A., Un esfuerzo de poesía, op. cit., p. 66. ↑
- Miller J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 27. ↑
- Miller J.-A., Sutilezas analíticas, Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 121. ↑
- Miller J.-A., Un esfuerzo de poesía, op. cit., p. 67. ↑
- Miller J.-A., Sutilezas analíticas, op. cit., p. 120. ↑
- Tarrab M., El decir y lo real, Buenos Aires, Grama, 2023, p. 210. ↑