El encuentro con Panza de burro1

Es un regalo que me evoca a un cuento cantado de Mercedes Sosa. Que generosa, te ofrece un atisbo de lo que a ella le atravesó y atinó a encontrar la manera de sacarlo, haciéndolo sonar.

Panza de burro es ir a ver el agua del barranco correr en los días de mucha lluvia. Es el balbuceo de un bebé al encuentro con su hermano. Cuando se te pone la piel erizada porque te cayó la fresca de la tarde en la playa. Son las pardelas volviendo al risco cuando cae la noche y la salitre toma cuerpo a la luz de la farola. Son los viejos contando mentiras a la sombra de la tarde.

Fue un paseo en bici al encuentro con mi niña chica, al barrio en que crecí y que tengo la suerte que siempre me acoge, cuando me tomo la libertad de no salir. Es la revoltura del encuentro con lo cotidiano, con lo que me hizo feliz y también con lo que no supe callar y ahora decir.

Y para que quede clarito como el agua de Las Canteras. En Canarias no decimos muyayo, decimos muchacho.

Es lalengua en el espejo de lo particular, del encuentro de la gente en el lhagar (se escucha lagar, pero es la talla hecha con el barro del decir del lugar y el hogar).

Es la mano en tu barriga embadurnada en aceite de oliva, de la vieja del barrio que echaba rezados a quienes padecían el mal de ojo. Y hasta los pájaros canarios a la sombra de los helechos en los patios del barrio, eran pacientes de los rezados de la vieja que curaba con las manos, mientras susurraba sus cantos.

Es el barullo de lo que te es familiar. Como el sonar del caldero al fuego de mi abuela, que, con una devoción religiosa, se regocijaba viendo a su rancho comer, el alimento que con sus propias manos había cultivado, cuidado y luego matado. Y que a mí, a veces, me daba asco.

Es el sol en el cogote de la mujer que planta el millo en las tierras arrendadas de su vecino. Y de la que cruza el barranco a luz de la luna llena al pueblo de al lado, porque resulta que es la partera. O mirar las tetas de tu amiga a través del espejo del baño mientras hablabas o cagabas, porque las suyas estaban más grandes que las tuyas.

¿Quizás rezongue también con la escucha de lalengua que va dejando sus restos mientras se escucha? ¿Con un encuentro para la palabra cosida y descosida entre los callejones propios y el lhagar de lo colectivo? ¿Un halo de utopía sin purpurina que contamina, donde hasta el loco más loco en un mundo no menos loco, tiene un lugar de escucha, durante un rato de vida? Porque ese lazo, por muy roñoso que parezca a los ojos de la prisa y la risa, ¿le da la posibilidad del encuentro con el otro? ¿Quizás, en la escucha de lo que hablar quiere decir, tengamos la oportunidad de descubrir lo más parecido a una de las entradas al vacío de nuestra libertad?

Pero como dice Lacan en Función y campo de la palabra y del lenguaje, “incluso si el discurso está destinado a engañar, especula sobre la fe en el testimonio”2.

Cristina Benítez Moreno,
Participante en Las Palmas de Gran Canarias
cbenitezmoreno@gmail.com

 

Notas:

  1. Abreu A., Panza de burro, Editorial Barrett, 2020.
  2. Lacan J., “Función y campo de la palabra y el lenguaje”, Siglo Veintiuno, México, 1984, pp. 244-245.