Lo que hablar quiere decir
Ya lo dice el refrán: hablando se entiende la gente. Y, sin embargo, si hay que decirlo y repetirlo, es porque no está tan claro. A veces hablar no es lo mejor para entenderse. Shakespeare creía, por ejemplo, que cuando se trata del amor «escuchar con los ojos» es mucho mejor que no enzarzarse en los malentendidos de la palabra. Una sola mirada puede decir mejor lo que hay que decir sin necesidad de hablar y estropearlo todo. Por otra parte, basta con ver qué ocurre en la vida cotidiana donde el malentendido suele ser lo más frecuente en toda suerte de conversaciones. O peor todavía, vean qué ocurre allí donde la palabra debería alcanzar su más alto grado de dignidad, es decir en un Parlamento. Buena parte de las veces se trata de hablar para dar a entender… que no hay entendimiento posible con el adversario político. Entonces, la pregunta está justificada: ¿Qué quiere decir hablar? ¿Qué quiere decirnos realmente aquél que nos está hablando? ¿Qué quiere decir el propio hecho de hablar?
El psicoanalista Jacques Lacan planteó la pregunta, a mediados del siglo pasado, dirigida en primer lugar a los propios psicoanalistas. Son ellos los que dedican su tiempo a acoger la palabra de la persona que viene angustiada con los nudos de su sufrimiento, nudos que están hechos de palabras y que ellos pretenden desanudar… ¡solo con palabras! Conviene entonces que sean duchos en los efectos que esas palabras tienen sobre el sufrimiento y que tengan muy claro qué quiere decir hablar. Lo primero que señaló Lacan parece tan obvio como insondable: si lo «quiere decir» es porque no lo dice, porque no puede terminar de decirlo del todo, o a veces porque ni tan solo puede empezar a decirlo un poco, porque no sabe cómo decirlo. Es lo que solemos constatar en muchas consultas cotidianas que requieren de un tiempo para hacer aparecer lo que aquella persona quiere decir con su sufrimiento. Pero Lacan añadió algo más. Lo que hablar quiere decir sólo puede entenderse a partir del poder del que es depositario el oyente. Es quien escucha, según cómo acoja la palabra sufriente, quién constituye al sujeto que podrá descifrar su síntoma y aprender a desanudarlo.
Las próximas Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, que se realizarán en Madrid el 2 y 3 de diciembre, estarán dedicadas a investigar los modos, siempre singulares, de hacer esta operación.
Miquel Bassols,
Psicoanalista en Barcelona,
m.bassols@me.com