Acerca de la forma de no entender de Lacan

En La escucha con y sin interpretación, Miller alude a la forma que Lacan tenía de no entender, recordando sus entrevistas a pacientes psicóticos en el hospital. Subraya que su “uso del lenguaje y su forma de no entender hacen visibles cosas que de otra manera permanecerían inaudibles e invisibles”1.

Sobre esas ocasiones, Miller explica que «cuando [un paciente] evoca los «Fórmula 1», sabemos, nosotros, que se trata de coches de competición, mientras que Lacan no lo sabe, él no comprende, se hace repetir, explicar…”2. La posición de Lacan contrastaba con la práctica psiquiátrica tradicional, tomada por la pasión de comprender al psicótico y de curarlo. Y también con el culto social de la escucha hoy, que asume que se dice lo que se quiere decir. Ello supone un rechazo de la interpretación de la palabra del sujeto, lo que representa “la antítesis del psicoanálisis”3. Se trata de la locura de la comprensión, frente a la que la posición de Lacan es enseñante: “Lacan no comprende nada”4.

La posición de no comprender es solidaria en Lacan de una doctrina del lenguaje y de la palabra que pone en juego la cuestión de “lo que quiere decir hablar”5. Esta formulación da cuenta de que hay una distancia entre lo que se dice y lo que se quiere decir, a la que se suma “el poder discrecional del oyente”6.

En efecto, hay una distancia entre decir y escuchar, que hace surgir la pregunta sobre qué quiere decir eso. Con su grafo del deseo, Lacan muestra que el sujeto parte de una intención de decir, pero que esta es cortocircuitada por la estructura misma de la palabra.

El psicoanálisis, ¿un asunto de escucha o de lectura?

Con la “atención flotante”, Freud describió una forma de escucha propia del analista, a la altura de la asociación libre del paciente. Esa forma particular de escucha iba en contra de la tentación de comprender demasiado rápidamente, ya que, como Freud advertía, «no se debe olvidar que las más de las veces uno tiene que escuchar cosas cuyo significado sólo con posterioridad (nachträglich) discernirá”7.

No obstante, lo discernido era interpretado “en el marco de una superestructura”8, la del mito edípico. Freud mismo descubre el límite de esta forma de interpretar: no todo puede ser pasado por el sentido, hay un resto sintomático. Lacan desplaza la interpretación “del marco edípico hacia al marco borromeo (de forma que) el funcionamiento mismo de la interpretación cambia, y pasa de la escucha del sentido a la lectura del fuera de sentido”9. Creo que Miller alude a esta cuestión cuando relata la intervención de un periodista que interpreta, “como un psicoanalista a la antigua usanza”10, un lapsus de un consejero de Estado, señalando que dijo “mi madre” en lugar de “mi mujer”. Hoy, en el análisis, el lapsus sigue convocando a ser interpretado, pero no a la antigua usanza que lo remite al sentido del mito edípico, sino haciendo presente la distancia entre enunciado y enunciación, poniendo en evidencia que, al hablar, la intención de decir queda cortocircuitada. Se trata de hacer resonar en el uno por uno, otra lectura.

El analista ha de sostener una lectura que, en vez de dotar de sentido, apunte a “mantener a distancia la palabra y el sentido que ella vehiculiza a partir de la escritura como fuera de sentido, como Anzeichen, como letra, a partir de su materialidad”11. Lectura que apunta a la letra ilegible, a un resto. Pero a diferencia del resto freudiano, se trata de un resto que remite al “acontecimiento originario” que “se reitera sin cesar”12. Es para sostener esta separación de la palabra y el sentido, y esquivar la fascinación de la comprensión, que Lacan se empeña en no entender.

Elevar la palabra “a una potencia segunda”

No entender lo que eso quiere decir es el forzamiento que corresponde al analista. Por esta vía, el sujeto se encuentra con la falla entre sus dichos -que no son suyos, sino que vienen del Otro- y un decir. Corresponde al analista la responsabilidad de servirse del poder discrecional del oyente. Por un lado, como condición para leer en lo dicho la otra frase, pero, en última instancia, para apuntar a hacer resonar un decir, que, en realidad, es imposible de decir. En el fondo, no entendemos porque cada uno habla su propia lalengua, que vehicula un imposible de decir.

Hay un indecible que está en la causa del síntoma, que el analista apunta a hacer resonar. Bajo esta orientación, corte, interpretación, puntuación,… están al servicio de contrariar lo que se comprende demasiado y opera como tapón de eso imposible de decir.

Lacan asevera que “el analista se apodera de ese poder discrecional del oyente para llevarlo a una potencia segunda”13. Es “su posición de oyente”14 la que permite esa operación. Se trata de la posición de un oyente que se interesa por el detalle, que ha de “estar habitado por la pasión de la ignorancia en lugar de creer en el deber de dar prueba de un saber”15. Vía para soltarse de las redes de la comprensión que tienden a hacer encajar lo que se escucha en las casillas de lo que ya se sabe de antemano.

No entender implica, así, dejarse habitar por la pasión de la ignorancia, lo que se instituye como condición para la interpretación, para hacer oír otra cosa. No se trata del sentido, sino de poner de relieve un resto, un imposible de decir que habita la palabra. La resonancia de ese resto se vuelve fundamental y orienta la interpretación lacaniana, que, en cada ocasión, busca hacer ver lo imposible-de-decir16.

Silvia Grases

 

Notas:

  1. Miller J.-A., La escucha con y sin interpretación, La Colección de la ELP, Madrid 2022, p. 80. Cita su texto “Enseñanzas de la presentación de enfermos”, Matemas 1, p. 155.
  2. Íbid.
  3. Miller J.-A., La escucha con y sin interpretación, op. cit., p. 82.
  4. Miller J.-A., “Enseñanzas de la presentación de enfermos”, op. cit., p. 160.
  5. Lacan J., ”Variantes de la cura-tipo”, Escritos 1, Siglo XXI, México 1995, p. 318.
  6. Íbid.
  7. Freud S., “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, O. C., vol. XII, Amorrortu Ed., BBAA, 1986, p. 112.
  8. Miller J.-A., “Leer un síntoma”. Escuela Lacanina de Psicoanálisis. 
  9. Íbid.
  10. Miller J.-A., La escucha con y sin interpretaciónop. cit., p. 80.
  11. Miller J.-A., “Leer un síntoma”, op. cit.
  12. Íbid.
  13. Lacan J., «Variantes de la cura-tipo”, Escritos 1, siglo XXI, México 1995, p. 318.
  14. Íbid., p. 319.
  15. Solano E., “Ce que parler veut dire”, PRÉALABLES, FIPA 4° Journée d’étude. 
  16. Miller J.-A., “La palabra que hiere”, Freudiana 64, RBA, Barcelona 2012.