Lo que escapa en el decir
En el seminario 17, en el capítulo que se titula “Verdad, hermana de goce”1, Lacan nos dice: “Está claro, sin embargo, que no es casualidad si la palabra verdad le produce ese estremecimiento tan particular. Sólo que la verdad no es fácilmente accesible, tampoco en nuestro contexto. Como ciertos pájaros de los que me hablaban cuando era pequeño, sólo se la puede atrapar poniéndole sal en la cola. No es fácil. Mi primer libro de lecturas empezaba con una historia titulada Historia de medio pollo. Era verdad, hablaba de eso. Si la condición es ponerle sal en la cola, no es un pájaro más fácil de atrapar que los otros.
Lo que yo enseño desde que articulo algo del psicoanálisis podría muy bien llamarse Historia de medio sujeto”2.
Diremos que Lacan definirá la verdad como uno de los cuatro elementos de los discursos y que ella irá cambiando de lugar según los cuartos de vueltas den cuenta de un discurso o de otro. Esto confirma la imposibilidad de cernir la verdad de una forma unívoca, por lo que como señala a lo largo de su enseñanza, su función se verá determinada por su contexto de enunciación.
Lacan dice al finalizar la clase III: “Está ahí, tan al alcance de la mano -de todos modos tengo la sensación de que no hago más que repetir-, el trabajo es para mí, el plus de goce para ustedes. Lo que se espera de un psicoanalista es, como dije la última vez, que haga funcionar su saber como término de verdad. “Precisamente por eso es por lo que se encierra en un medio decir”3. Nos preguntamos entonces, ¿ cuál es el saber que hace falta, para que este saber pueda ser puesto en cuestión en el lugar de la verdad? Sabemos desde siempre de la imposibilidad de decirlo todo, por lo que será aquello que resta lo que causará que se continúe diciendo. A través del recuerdo infantil, Lacan puede mostrar la mitad en la verdad lo que dará entonces un semi-decir de verdad ya que la verdad sólo puede mostrarse a medias.
En la primera parte de este seminario Lacan nos presenta una relación estrecha entre las nociones de saber, verdad y goce. Tres significantes que atraviesan el texto. Pero es en la clase anterior que señala que el saber es medio de goce. Mientras que aquí sostiene que es la escritura el operador que nos permite articular el estatuto del saber destacando que del saber se goza, de ahí que el saber funcione en el lugar de la verdad.
Cuando el sujeto habla y expone sus enunciados, está, al mismo tiempo, hablando de su verdad a través de su enunciación, que es la manera en que el discurso se encarna, toma cuerpo. Este decir en cuerpo nos dice acerca del deseo inconsciente del sujeto que habla y también de su goce. Lacan relaciona verdad y deseo cuando plantea que no hay más verdad que lo que dicho deseo esconde de su falta. El enfoque lacaniano de la verdad no puede prescindir de los cuatro discursos que Lacan propone para pensar el lazo social ya que para él la verdad sólo se aprehende a partir de ellos. Por eso mismo dirá que la mujer, a diferencia del hombre, al tener “una cierta cultura del discurso”4, no está en su totalidad dentro del mismo, sino que sólo una parte de ella participa al igual que ocurre con la verdad.
Ana Meyer,
Psicoanalista en Valencia,
meyer.ana17@gmail.com
Notas:
- Lacan J., El seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1992, pp. 57-72. ↑
- Ibid., p. 59. ↑
- Ibid., p. 56. ↑
- Ibid., p.58. ↑