“Se trata aquí de ese ser que no aparece sino durante el instante de un relámpago en el vacío del verbo ser”1

Esta frase la encontramos en “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”. En ella se pueden ubicar dos momentos, el del advenimiento del sujeto -“el relámpago de un instante”- y el de la condición de posibilidad de advenimiento de éste: que esté vacío de todo atributo,”el vacío del verbo ser”. Sería un instante fugaz donde el hablar y el decir coinciden. De ahí mi elección.

Este momento inaugural coincide con el: “Pienso, luego existo”2de Descartes. Si Lacan considera al sujeto cartesiano como el sujeto de la ciencia y del psicoanálisis es porque se trata de un sujeto vacío de toda identificación simbólica e imaginaria, que emerge de manera evanescente entre un S1: pienso y un S2: existo, para luego desaparecer y que es consecuencia -y no causa- del significante. Como apunta Descartes, tal expresión sólo es verdadera siempre y cuando la conciba en mi espíritu, “pues acaso podría suceder que, si cesase por completo de pensar, cesaría al propio tiempo por completo de existir”3. Es decir, hay un anudamiento entre el sujeto del enunciado -que dice que piensa- y el de la enunciación -el que existe-, pero a condición de que uno deba repetirse sin cesar la expresión. Solo con la supuesta demostración de un gran Otro que no engaña -Dios- garante de la verdad de ciertos significantes y representaciones podrá Descartes salirse de tal inmediatez. Con un sujeto vacío y un Otro garante de la verdad el discurso de la ciencia ya puede reducirlo todo al número y borrar con sus mismos mecanismos significantes al sujeto mismo.

Sin embargo, para el psicoanálisis, por muy vaciado que esté el sujeto, éste no se produce en el vacío sino que es el resultado de una articulación significante. Coincide en el primer punto con el sujeto de la ciencia pero busca interpelar y responsabilizar a este último y poder preguntarle sobre la causa que mueve al científico a investigar. Es decir, apuntar a que bajo todo enunciado, por muy científico que sea, hay un decir y que hablar no solo tiene consecuencias sino algo que lo causa.

La apuesta ética del Wo es war, soll ich werden apunta en esta dirección. Sin embargo, el “yo” que debe advenir tiene como única consistencia un “puro acto de enunciación”4. Al final de un análisis, no se trata de nombrar lo que uno es sino separar al sujeto del sentido hacia un “saber vano de un ser que se sustrae”5. Es en este puro acto de enunciación que encontramos tanto en el origen del sujeto cartesiano como al final de un recorrido analítico donde convergen el hablar con el decir y donde “el relámpago de un instante” ilumina, aunque fugazmente, el “vacío del ser”.

Eduard Fernández Guilañá
psicoanalista en Barcelona
efernandezgu@gmail.com

 

 

Notas:

  1. Lacan J., “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”, Escritos 1, Siglo XXI, México 2007, p. 500.
  2. Descartes R., Discurso del método, Espasa Calpe, Madrid, 2000, p. 68.
  3. Descartes R., Meditaciones Metafísicas, Espasa Calpe, Madrid, 2000, p. 136.
  4. Koretzky C., Sueños y despertares. Una elucidación psicoanalítica, Grama, Buenos Aires, 2019.
  5. Lacan J., “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 273.