María Moliner… El arte de cultivar palabras
Cuando un escritor busca la palabra adecuada, cuando en el intento de significar tantea el significante que produzca efecto en la escritura, en ese imposible, en ocasiones busca la ayuda del diccionario. Aquellos que escudriñan palabras que toquen el cuerpo, que lleven voces, recuerdos e ilusiones, el nombre de María Moliner Ruiz y su Diccionario de Uso del Español está en su escritorio. “De lo que se trata es de saber lo que, en un discurso, se produce por efecto de lo escrito(…) Si algo puede introducirnos en la dimensión de lo escrito como tal, es el percatarnos de que el significado no tiene nada que ver con los oídos, sino sólo con la lectura, la lectura de lo que uno escucha de significante. El significado no es lo que se escucha. Lo que se escucha es el significante. El significado es el efecto del significante”1.
La obra de María Moliner supone precisamente un diccionario de uso del español vivo: un diccionario que habla. El diccionario que recoge “lo que se dice”, no “lo que se debe decir”2. Como decía García Márquez: “hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana”3.
Con Cortázar, los personajes de Rayuela juegan en un particular cementerio que alberga palabras muertas. Es la visión de un diccionario que “es realmente una necrópolis”, “a dónde las palabras van a morir”4. María Moliner da vida a las palabras, las pone a convivir en diferentes ambientes, en la calle, con los sentimientos, a veces son adagios, sentencias , refranes. Una misma palabra es un utensilio, una acción o un poema. Un diccionario simultáneamente descifrador y cifrado “ayuda a entender” y “ayuda a decir”5.
María nació en Paniza, un municipio en el campo de Cariñena, provincia de Zaragoza, en 1900, como ella decía “en el año cero”.
Se forma en un principio y colabora con la Institución Libre de Enseñanza (ILE). La experiencia pedagógica inspirada por la filosofía krausista tuvo una importante repercusión en la vida intelectual española, para la que desempeñó una labor fundamentalmente renovadora. Este proyecto, encabezado por Francisco Giner de los Ríos, comienza a funcionar en Madrid en 1876 como respuesta contraria al dictado de un año anterior que sometía la educación universitaria al dogma de la iglesia católica. La ILE se implicaba en poner la atención “en el niño, en el respeto a su singularidad (…) Así su insistencia en la educación; el niño es un ser social y único al que merecía la pena educar para no convertirlo en masa (…) Un método que rompía con los procedimientos tradicionales que favorecen el uniformismo y anularon la originalidad y la creatividad -el niño era un ser “mudo” en clase”6.
Es un diccionario de uso; es decir, que no sólo dice lo que significan las palabras sino que indica también cómo se usan, y se incluyen otras con las que pueden reemplazarse. “Es un diccionario para escritores” dijo María Moliner. “En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, en cambio, las palabras son admitidas cuando ya están a punto de morir, gastadas por el uso, y sus definiciones rígidas parecen colgadas de un clavo” 7.
A los doce años su padre desaparece de su vida: “Moliner no admitió en público el abandono del padre. Incluso ya en 1972, en la entrevista concedida a Carmen Castro, opta por matar y enterrar a su padre ya fallecido, sin aludir a su ausencia”8. La misma mujer que busca, dice y cuida las palabras, tiene encuentros con ellas en su vida que dejaron la marca del dolor. Escribe en su diccionario la palabra “Abandono” y pone en primer lugar este ejemplo: “Ha abandonado a sus hijos…Abandonó su puesto”. “A los pocos años de instalarse en Madrid la vida del padre tomó un rumbo inesperado. Contratado como médico de barco, el ginecólogo realizó dos viajes a Argentina (…) Muy pronto sin embargo, Enrique Moliner Sanz iba a convertirse en una nebulosa. Después del segundo viaje, ya no volvió. Corría el año 1912. Se quedó en Argentina, sin dar explicaciones y fundó ahí una segunda familia. Los Moliner de una y otra rama nunca se conocieron ni se trataron”9.
“¿Cuál puede ser la consistencia de una palabra llevada a “una segunda potencia”? Es quizás una palabra que exige ser identificada, despojada de las generalidades en las que se esconden las coartadas del sujeto”10.
Su primer encuentro con las palabras para una publicación, fue en el año 1916 cuando su tío hermano de su madre Máximo Ruiz intervino para que María obtuviera un trabajo en la Diputación Provincial de Zaragoza. Este empleo estaba relacionado con la elaboración de un diccionario de voces aragonesas, tras haber rescatado sus variantes en todo el territorio lingüístico. Con dieciséis años esta inmersión filológica le acompañó durante los años posteriores.
En busca del… “querer decir” , amante de las palabras, sigue leal en su empeño.
La impronta de Cossío le lleva a las misiones pedagógicas que trataban de acercar la cultura a la gente rural y analfabeta de los años 30. María Moliner es nombrada vicepresidenta, y en este proyecto es donde ella se centra en su idea de crear una red de bibliotecas rurales, para producir un encuentro entre los libros y las personas. Así va a decir, “Cualquier lector, con cualquier obra, en cualquier lugar”11.
La guerra de 1936 lo interrumpe todo. Había sido una figura reconocida de gran influencia. Perdió amigos, algunos muertos y otros en el exilio. Moría una forma de vivir, un entorno cultural privilegiado, una etapa feliz que no volvería. Tiene que responder al pliego de cargos en el que los significantes leal, roja, simpatizante, eficacia, honestidad…le llevan a escribir su respuesta, destinada a rebatir las acusaciones que ponían en entredicho su pasado y hacían peligrar su futuro, era el 5 de diciembre de 1939.
Se iniciaba un periodo de separación familiar, con la resolución de traslado forzoso e inhabilitación para el desempeño de puestos de mando y confianza, era el 23 de 1940. La repetición en su vida, el vacío, el silencio, la pérdida. Al miedo que penetra se añade la represión impuesta. Frente a este destino siniestro ella inicia la construcción de un ordenamiento de las palabras, comienza a trabajar en su diccionario.
Retoma las palabras, las aísla del lenguaje, las escribe en fichas, busca la vida propia de cada una, añade etimologías, busca la relación entre sí del mismo campo semántico, las desnuda, las pone en boca de diferentes expresiones, les da vida. Es un trabajo solitario, es algo diferente de la comunicación, al mismo tiempo rescata la palabra para hacerle decir, busca ese modo medio decir en diferentes voces. Terminó el diccionario no en seis meses, como había planificado, sino en quince años.
En la soledad y ante las represalias ella trabaja en el intento imposible de interpretar el mundo de las palabras.
Luis Díez,
Participante en SCF en Zaragoza y en las actividades de la Comunidad de Aragón de la ELP
luisdiez@cop.es
Angela Mancho,
psicoanalista en Zaragoza
mancho.angela@gmail.com
Participante en SCF en Zaragoza y en las actividades de la Comunidad de Aragón de la EL
Notas:
- Lacan J., El Seminario, libro 20, Aun, Paidos, Buenos Aires, 1985, p. 45. ↑
- Pedregosa A., La cuidadora de palabras. Vida de María Moliner, Kalandraka, 2023, p. 18. ↑
- García Márquez G., “La mujer que escribió un diccionario”, El País, 10 de febrero 1981. ↑
- Cortázar J., Rayuela. Debolsillo, Barcelona, 2016, p.248. ↑
- Seco M., Estudios de Lexicografía Española, Paraninfo (Colección Filológica), Madrid, 1985, p. 207-211. ↑
- Rubio Lopez P., Vida de Maria Moliner. Eila Editores, Madrid, 2017, p. 19. ↑
- García Márquez G., “La mujer que escribió un diccionario”, op. cit. ↑
- De La Fuente I., El exilio interior. La vida de Maria Moliner. Turner, Madrid, 2011, p. 319. ↑
- Cf. Ibid., p. 36. ↑
- Solano E., “Ce que parler veut dire”, PRÉALABLES, FIPA 4° Journée d’étude. ↑
- Rubio López P., Vida de Maria Moliner, op.cit., p. 19. ↑