Sobre el cartel de las Jornadas
Nuestro diseñador, Paco Andersch, ideó este Cartel al estilo Pop Art, que recuerda el cómic de los años 50. Nos gustó de inmediato, por la separación de las viñetas y la unión del teléfono por el que se transmiten exclamaciones. El dicho se supone, se interpreta.
Pero la sorpresa ha sido que fuera a dar de lleno con una exposición de J.-A. Miller en el capítulo “La antinomia entre el goce y el Otro” 1 sobre una película que fue a ver y que comenta ampliamente. Miller se refiere a ella en la clase anterior, “Me han hablado de un film que va en ese sentido, que se llama Denise au téléphone, y que está compuesto enteramente de planos fijos donde vemos a los personajes, aislados, conversar con los demás por teléfono. Este concepto me encantó porque trabaja justamente entre la apalabra y la palabra. Si vemos a los personajes solos, vemos el aspecto autístico del goce de hablar, al mismo tiempo que está el teléfono, que es un aparato que encarna por excelencia la relación con el Otro” 2.
La película es Denise calls up, comedia americana de 1995, (en español Denise te llama). A lo largo de ella, siete jóvenes de New York “se” hablan por teléfono, es el goce del blablá, pero no se encuentran. Sólo una extraña pareja y esto al final del film, ya que todos ellos están muy ocupados por su trabajo con el ordenador. Representa bien el muro entre el goce y el Otro, porque la red telefónica es el Otro del discurso y están bien enganchados.
Sólo la voz les representa, y es soporte suficiente del deseo. Deseo de encontrarse que no se realiza (se dan citas continuamente pero no van, hay hasta una muerte y no acuden al entierro), galanteo y deseo sexual que se muestra con una masturbación simultánea al teléfono entre dos protagonistas, una relación sexual en la que cada uno goza lo suyo, sin el cuerpo del otro.
No se ven unos a otros porque en esos años los teléfonos no tenían cámara, pero señala Miller que incluso el espectador que sí los ve, está sumergido en el autismo del goce: los protagonistas en el goce de hablar, el espectador en el goce de la pulsión escópica, “el escenario es sin duda lo esencial de este filme. La dirección no agrega más que el consentimiento de ver a esos títeres encarnarse visualmente”. Hasta que los espectadores salen del cine “un poco azorados al ver que cambia el estatuto del objeto que se les impone a la salida, con su peso físico propio”.
Paloma Larena,
Psicoanalista en Zaragoza
Notas: