Un punto de partida para el psicoanálisis

“¿Y no será que usted escribe sobre aquello que le impide escribir? ¿Y no será que si yo toco piezas de jazz es porque éstas hablan de lo que me impide tocar?
Con esta pregunta (a Mallarmé), Davis, no podía saberlo, se adelantaba a unas palabras que diría Samuel Beckett muchos años después: “Se pinta aquello que impide pintar”1.

Una vez más encuentro al artista que, sin saberlo, va por delante. En este sugerente diálogo inventado por el autor, resuena la cuestión fundamental de nuestras próximas Jornadas: Lo que hablar quiere decir. ¿Es que el hablar quiere algo al decir? O se trata del decir cuando se habla. De una u otra manera es la pregunta por el decir lo que está allí consonando.

Parafraseo a Vila-Matas: ¿Y no será que usted habla en torno a aquello que no puede decir? He aquí lo que llamaría un punto de partida indiscutible de la experiencia analítica: hablar a causa de lo imposible de decir.

Sea como sea que Freud lo haya formulado, sin lo que implica la fórmula “lo que hablar quiere decir” no habría psicoanálisis. Es su punto original. No se trata de la palabra que se dice sino de eso que queda olvidado tras lo que se escucha”2.

El ocurrente diálogo imaginado por Vila Matas entre Miles Davis y Mallarmé pone sobre la mesa una cuestión crucial, la que supone que, si hay un “querer escribir, querer tocar, querer pintar, querer decir”, es porque hay un punto de imposibilidad, de lo contrario, eso ya estaría allí. Indecible, imposibilidad, es evidente que tal como se desprende del diálogo que escribe Vila-Matas, lo que no hay es lo que resulta ser determinante.

Prestemos atención a lo que dice Lacan en “Variantes de la cura tipo” cuando indica que un psicoanálisis se revela en lo que hablar quiere decir: “La locución misma en la que la lengua recoge su intención más ingenua: la de entender lo que “quiere decir”, dice suficientemente que no lo dice”3

¡Ah! las intenciones… Lacan ya se había referido a este asunto cuando unos años antes escribió sobre las verdaderas intenciones afirmando que “el uso primario del habla parece tener por fin disfrazarlas”4.

Un uso velado por la intención, ese querer decir, que no hace más que exhibir que no hay más que velo de lo indecible. Al igual que lo hace Vila-Matas cuando hablando de su intención de escribir no hace más que hablar de su imposibilidad.

En la época en que Lacan desgranaba su grafo del deseo, el sujeto era la propia voluntad de decir, el sujeto era eso: el sujeto quiere decir. Pero una vez que el sentido tuvo que dar paso al goce como aquello que causa, el querer decir pasó a querer gozar. Fue con ese movimiento que se reveló que la palabra está dominada por la pulsión lo cual implica precisamente que en el hablar haya algo más en juego, eso que llamamos decir5. De la novela de Vila-Matas he citado sólo un diálogo, el que inicia este breve escrito, pero la misma es, en su conjunto, “una ficción verdadera” tal como se señala en la contraportada. Este oxímoron, ficción verdadera, nos sumerge de lleno en la aporía con la que el propio autor resuelve su escrito, una frase que soporta lo imposible de decir: “el gran misterio del universo era que hubiera un misterio del universo”6.

Patricia Heffes,
psicoanalista en Barcelona
patriciaheffes@gmail.com

 

Notas:

  1. Vila-Matas E., Montevideo, Seix Barral, Barcelona, 2022, p. 46.
  2. Lacan J., “El Atolondradicho”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 473.
  3. Lacan J., “Variantes de la cura tipo”, Escritos I, Paidós, Buenos Aires, 1985, p. 318.
  4. Lacan J., “Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología”, Escritos I, Paidós, Buenos Aires, 1985, p. 132.
  5. Cf., Miller J.-A., Introducción a la clínica lacaniana, Gredos, Barcelona, 2007, p. 451.
  6. Vila-Matas E., Montevideo, op.cit., p. 300.