“Embarazados”

Decires y época

El psicoanálisis presenta una gran dificultad.

Como Freud nos enseñó, un psicoanalista trabaja con las palabras, las que escucha y las que dice, pero al contrario de lo que sucede con los términos que la ciencia emplea en sus clasificaciones -que son universales, inequívocos, y perduran intactos al proceder de un idioma muerto, el latín-, los dichos y decires de los sujetos analizantes cambian según la época. Así, con el paso del tiempo se reinventan nuevas palabras o se crean nuevos significados para las palabras ya existentes.

Nuestra época se caracteriza por la búsqueda de la transparencia. En lo referente al lenguaje, se apuesta por borrar la diferencia entre significante y significado, por hacer del lenguaje un instrumento certero que elimine el malentendido. Es decir, se tiende a que lo simbólico pueda atrapar lo real, que el vacío, la duda o la contradicción no aparezcan.

Por eso esta época es rica en significantes cristalizados, porque lo que los define es, precisamente, su sentido fijado.

Respecto al terreno concreto de las nuevas ficciones, familiares y de pareja, con sus innumerables modalidades de goce, éste es prolífico en significantes cristalizados. Así, términos como “parentalidad”, “relación tóxica”, “empatía”, “autoestima”, “patriarcado”, “machismo”, “feminismo” o “trastorno”, son algunos ejemplos.

Los psicoanalistas podemos dar testimonio de ello, pues a nuestras consultas llegan numerosas demandas en las que estos significantes perforan el ser del sujeto.

En este sentido, adquiere todo su valor aquello que Lacan escribió en su texto de 1953, “Función y Campo de la palabra y el lenguaje”: “el psicoanalista debe unir su horizonte a la subjetividad de la época1. En estos casos, se tratará de que conozca qué sentido fijado sostiene la potencia simbólica de estos significantes y su incidencia en el cuerpo.

Una viñeta

Andrea se presenta en nuestra primera sesión como una mujer incomprendida por su pareja, con quien va a tener un bebé en los próximos meses. Está triste, abatida, llorosa, contrariada y muy enfadada por la falta de empatía de él con las limitaciones de su nuevo estado. Desde que estamos embarazados él sigue haciendo la misma vida, y yo, en cambio, tengo que fastidiarme. No es justo, dirá a modo de queja.

Sin ningún tipo de certeza sobre el efecto que tendrán mis palabras en ella, me autorizo a preguntarle y señalarle lo siguiente: ¿embarazados?, la que está embarazada eres tú, interpretación que le permitirá enfocar la diferencia con su pareja, no como algo mortificante, sino como un real con el que manejarse de otra manera. Así, el resto de la sesión la dedicará a señalar todos aquellos aspectos del futuro padre en los que sí se siente apoyada, y sobre todo, aquellos que marcan un proyecto de familia viable.

En esta pequeña operación, realizada en el marco que ofrece la clínica psicoanalítica, el significante embarazados, pasa de ser un significante cristalizado por el efecto de la cultura, es decir, un significante con una significación estática, que para apuntar a la igualdad entre los dos partenaires, niega la diferencia de los cuerpos y el goce, a ser un significante que se presta a una nueva significación más vivificadora, precisamente por tener en cuenta esa disarmonía propia de lo real.

En este caso, la escucha analítica permitirá que esta paciente que se presenta desesperada, que venía a desahogarse y a ser comprendida y apoyada en su queja, una vez interrogada por el significado oculto de las palabras, solicite una segunda sesión para indagar en “su egoísmo”, significante (no cristalizado), con el que se nombra y ha sido nombrada durante toda su vida por su madre, en una relación marcada por el estrago y la debilidad de la función paterna.

A partir de este pequeño recorte, y partiendo del título de nuestras próximas jornadas “Lo que hablar quiere decir”, ¿qué habla esta paciente?, ¿qué ha querido decir?

En el campo del hablar, podemos localizar un discurso construido sobre la idea de mujer no comprendida, que se acompaña de lo sintomático, es decir, la queja, la idea de injusticia, la rabia, la pena, el llanto del cuerpo que habla.

¿Pero qué ha querido decir? Será la interpretación-corte del analista lo que nos permita abordar este punto, pues a partir del acto analítico es cuando la paciente se dice “egoísta”, significante que le abre todo el campo de las identificaciones, su relación con el deseo, el goce y la no proporción sexual.

En una entrevista titulada “Emparentarse a un pouate” realizada a Esthela Solano para la revista Freudiana nº 84, cuyo título es La interpretación poética nos dice:

“Sea como sea, esa frase, esa palabra, está desprovista de significación, alude a otra cosa, es más bien una palabra donde se mide la distinción entre el uso y el significado corriente de la palabra y el valor simbólico que pueda tomar en el contexto del discurso amoroso. Por lo tanto, podemos decir que son palabras que no tienen significación, pero que tienen un sentido profundo (…) ¿Qué función tienen? La de hacerse reconocer. Hay una forma de hablar que indica una suerte de discurso vacío pero que, sin embargo, tiene una función. Para Lacan es lo propio de la función del lenguaje donde se trata del valor del reconocimiento”2.

Un poco más adelante señala: “¿Cómo responde el analista? Lacan introduce entonces la idea de que el analista, con su respuesta, tiene que transformar la palabra vacía en palabra plena. En el Discurso de Roma concibe esta respuesta como una puntuación afortunada que dará sentido al discurso del sujeto. Ahí introduce la interpretación como puntuación de un texto”3. Estas articulaciones producen efectos de sentido que pueden ser interpretados en un análisis”.

Volviendo a la pequeña viñeta sobre Andrea, “embarazados” es la palabra que usa para vehiculizar su deseo de hacerse reconocer, donde pone en juego la repetición de una dialéctica sostenida en el tiempo cuya matriz es el estrago materno.

¿Qué hace el analista? Su respuesta no consiste en callar, sino en interpretar y puntuar dicha palabra para desenmascarar el significado oculto de la misma.

Jacinto Ruiz del Portal Muñoz,
Psicoanalista en Málaga
jr_portal73@yahoo.es

 

 

Notas:

  1. Lacan J., “Función y campo de la palabra y el lenguaje», Escritos I, Siglo XXI, Buenos Aires, 1988, p. 309.
  2. Solano-Suárez E., “Emparentarse a un pouate”, Freudiana nº 84, Barcelona, 2018, p. 91.
  3. Ibid., p. 92.