Decires 19

Los textos de hoy nos invitan a un recorrido sobre diferentes declinaciones del decir: desde el decir sin querer, que sorprende al sujeto, revelando un deseo inquilino del inconsciente, al querer decir, bien decir, aproximándose a las marcas de la lengua que dejaron su trazo en el cuerpo. Finalmente encontraremos una pregunta sobre lo escrito y sus ecos en el lector.

En Sottovoce, Inmaculada Erraiz, hace surgir la sonrisa con su comentario sobre “La Otra escena del Huerto”, recogiendo como ejemplo un lapsus de Luis Landero que el escritor denomina tropezón. Bonito nombre que pone en escena el olvido del significante, el valor de la repetición y la emergencia de un significante nuevo, en el lugar del olvido. El inconsciente es lo que decimos, pero finalmente el lapsus muestra solo un efecto de verdad, poniendo en el horizonte el inconsciente real como no interpretable.

En “¿Cómo Dices?”, Teresa Monreal opone el decir con el bien decir, diferenciado entre la enunciación que implica la fijación de un goce pasado por la gramática y regulado por el fantasma, como defensa contra un real que escapa siempre al decir, del decir bien sobre aquello que se escapa y que es la huella de una fijación que en psicoanálisis ha tenido diferentes nombres que su texto recoge. La autora sostiene que la operación analítica orientada por lo real transita del decir a la escritura y permite el recorrido desde el gozar sin saber hasta el saber sobre el goce.

Verónica Garay en Sottovoce, se pregunta sobre la percusión de lo escrito sobre el lector, el goce del escritor dice, apunta al goce del lector, en el acto de escribir, el parlêtre se compromete y la cuestión es si lo escrito, en su fijeza, genera algún tipo de eco en el lector.

Los animo entonces a leer los textos y encontrar sus resonancias.

Un saludo
Teresa Colomer